sábado, 15 de septiembre de 2012

Hello Happiness!

Llevaba unos cuantos días queriendo escribir esta entrada. Lo suyo habría sido publicarla el viernes 7 de septiembre, pero es lo que tiene traducir: lo mismo estás mucho tiempo sin que te entre nada que te tiras semanas sin poder hacer otra cosa. Por supuesto, la culpa es mía: no es que tuviera que traducir tantas palabras que no tuviera tiempo material para vivir un poco; es que, sin la presión de que el plazo sea para ya, mis horas de trabajo tienden a expandirse hasta el infinito, alternándose con pausas para mirar todo tipo de gilipolleces en internet. Necesito presión externa, o una buena hostia. Ya veremos si por mucho tiempo (espero que no), pero vuelvo a ser libre, así que, con la satisfacción del deber cumplido, ahora sí puedo escribir sobre el concierto de Los Campesinos! del jueves 6.



Y es que este grupo de Cardiff es especial en este blog. Fueron los protagonistas de la primera entrada que escribí, en los últimos días de 2007, a raíz de su primer EP, y siempre que han sacado disco han acabado en mis listas de lo mejor del año (con mención especial para 2010, cuando se llevaron el premio Ungelicisus al mejor LP, del que debería haberles hecho entrega el otro día si fuera real y no algo que me acabo de inventar). El concierto coincidía además con mi último día de libertad, así que no me lo pensé. Habría ido solo, pero conseguí convencer a mi compañera habitual de conciertos y allá que nos fuimos, como buenos monerdos, a la sala Copérnico (los que leáis esto y no seáis mis compañeros habituales de conciertos, pudiendo serlo, es que no moláis tanto como deberíais).

Los teloneros eran los ingleses Dry the River, de los que no sabía absolutamente nada. De hecho, en principio me daba bastante igual perdérmelos porque se estaba muy bien en una terraza al lado de la sala, pero por suerte la cosa empezó tarde y pude ver toda su actuación, que resultó ser de los mejores conciertos en los que he estado y, en realidad, mejor que el de Los Campesinos! que vendría después, aunque yo me lo pasé mejor con la banda principal por cuestión de gustos subjetivos. Con su aspecto esquizofrénico (a la derecha del escenario, el violinista/teclista tenía pinta de ingeniero informático y el guitarrista, de indie hipsteriano estándar, mientras que en la parte izquierda estaban el batería punki-metalero con camiseta de Danzig, el bajista heavy y, liderándolos, el cantante grungie), empezaron a tocar unos cuantos temas de su disco Shallow Bed, muy folk-rock, en general pausados pero con crescendos épicos, que me recordaban a una mezcla entre bastante de Band of Horses y un poco de Mumford & Sons (leyendo por ahí, parece que esa es justo la comparación estándar; y yo que creía tener un oído especial...). Sin duda, lo mejor fue cuando pidieron silencio en la sala para cantar, a tres voces y sin ningún tipo de amplificación, el principio de Weights & Measures, antes de entrar ya a saco con la segunda estrofa mientras el público se venía abajo. El video no hace justicia a lo que fue estar allí, en serio. Muy recomendables.


Enseguida salieron Los Campesinos! a montar el escenario (como siempre en estos casos, el cantante no movió un dedo), un rato después empezaron su concierto con By Your Hand, la canción que abre su último disco, Hello Sadness, y siguieron con uno de sus himnos más movidos, Death to Los Campesinos!, de su debut. Ese fue uno de los puntos fuertes del concierto: lejos de olvidarse de los clásicos, que a fin de cuentas son las canciones que la mayoría del público siempre quiere oír, diseñaron el repertorio más equilibrado que he visto en mucho tiempo, dando prácticamente la misma importancia a sus cuatro discos. Del último, por ejemplo, sólo tocaron cuatro, casualmente las que más me gustan: By Your Hand, Songs About Your Girlfriend, Hello Sadness y Baby I Got the Death Rattle, que fueron intercalando con las antiguas, algunas bastante agresivas, con Gareth pegando sus buenos gritos a la menor oportunidad, como en Ways to Make It Through the Wall, Romance Is Boring o el final de Knee Deep at ATP, y otras como We Are Beautiful, We Are Doomed o Straight in at 101, muy características de su sonido y sobre todo de la forma de cantar de Gareth cuando se pone en modo escupir letras. Sigue sin convencerme la versión más lenta de Letters from Me to Charlotte que tocan en directo, mientras que la emotiva The Sea Is a Good Place to Think of the Future fue de lo mejor de la noche.


Una cosa en la que parece que todo el mundo está de acuerdo es que Los Campesinos!, con la excepción de su cantante, no parecieron echarle muchas ganas al asunto. Gareth se movía, bailaba, interactuaba con el público e incluso se bajó del escenario como está mandado, pero los demás no parecían demasiado involucrados. Por suerte, con You! Me! Dancing! se vinieron bastante arriba, lo mismo que con la última canción, Sweet Dreams, Sweet Cheeks, en la que llamaron a Dry the River al escenario para que corearan el final con ellos, y en momentos como ese sí se vio a la banda pasárselo bien. A mí, francamente, esa pasividad me dio bastante igual y disfruté como un enano con uno de mis grupos favoritos, su melodrama y sus punteos de guitarra típicos, pero lo más probable es que, para la mayoría de los asistentes, fuera un concierto correcto sin más. En todo caso, no creo que nadie pueda reprocharles nada en el aspecto musical. Yo de todas formas soy raro, porque me gusta recrearme simplemente viendo cómo tocan sus instrumentos (lástima que a la bajista Ellen casi no se la viera desde mi posición) y con eso me vale, pero habría que preguntarle al resto del público por qué se movieron tan poco con Death to Los Campesinos! y por qué sólo se les pasó la ranciedad con You! Me! Dancing!, la canción más típica, como si fueran todos fans ocasionales, o como si necesitaran un glockenspiel para que les fluyera la sangre. A lo mejor es que habían ido todos por ver a Dry the River, no sé.

A pesar de la relativa pasividad, la verdad es que luego estuvieron muy majos hablando con el público, sacándose fotos y vendiendo camisetas, tarea de la que se encargaron el batería Jason y la teclista/cantante Kim, cuya adorabilidad en las distancias cortas es difícil de expresar con palabras (y eso que, en los videos, ni fu ni fa). En resumen, que nos fuimos contentos y con nuestras necesidades fetichistas bien cubiertas y, al menos yo, con ganas de saber más de ellos.

2 comentarios:

Sandra dijo...

84Hacía tiempo que no te leía, ¡qué bien escribes, jodío! Y ahora mismo me voy directa a escuchar Los Campesinos! Para poder ser tu próxima acompañante en los conciertos :)

Rober dijo...

¡Gracias, Sandra!
Ten cuidado con darme cuerda, a ver si me voy a poner a recomendarte música a punta pala. Se han dado casos.

Tschüss!