miércoles, 29 de agosto de 2012

En defensa de Theon Greyjoy

NOTA: hay gente por ahí que no se ha leído Danza de dragones aún, o que sólo ha visto la serie de la HBO. Hay cosas del quinto libro que se podrían mencionar aquí, pero no hacen falta, así que los que hayan leído hasta Choque de reyes o lleven la serie al día no se van a encontrar spoilers.


Theon Greyjoy siempre ha sido de mis personajes de Canción de hielo y fuego favoritos. Vaya por delante que el tío es imbécil, un chulo de mierda, un sobrao de la vida y bastante gilipollas, pero a fin de cuentas eso tampoco es tan grave en un mundo de gente que tira a niños pequeños por la ventana y viven para convertirse en favoritos de los lectores. Me cayó bien desde el principio porque es el típico colega cabrón con cuyas gracias te ríes, y era un contraste interesante con el buenrollismo predominante entre la chavalería Stark, con el emo de Jon Nieve o con la clase completamente diferente de gilipollismo de Joffrey Baratheon. Era uno de los «buenos» y daba muestras de rasgos muy positivos (leal, valiente, y además buen arquero, que eso siempre está bien), pero tenía sus cosas, un poco como Roose Bolton. Aunque, para ser sincero, el principal motivo por el que me cayó bien es que, con eso de la eterna sonrisa en su cara, me lo imaginaba parecido a Serpico, de Berserk.
Así pero en moreno

Una vez analizado el personaje con más detenimiento, lo que me gusta es su complejidad, aunque suene a cliché. Es un tío que se deja llevar por sus impulsos sin pensar en las consecuencias, y para cuando se quiere dar cuenta está atrapado en la espiral de sus propios actos, no quedándole más remedio que la huida hacia delante. Pero la clave de Theon está en que él es plenamente consciente de esto y cada vez que tiene que hacer algo obligado por sus malas decisiones previas queda patente la desesperación por ver que la cosa se le escapa de las manos, y el asco y los remordimientos que todo esto le produce. El mejor ejemplo de esto es cuando se le escapan Bran y Rickon y acaba matando a los hijos del molinero espoleado por Ramsay, o cuando ordena ejecutar a Mikken, el herrero. Que sí, que en última instancia es una persona con libre albedrío y podría haber hecho las cosas de otra forma, pero no hay que olvidar que estaba en guerra, y una guerra medieval es una gran putada.

Y es que lo de la guerra es el tema central. La mayoría de los lectores, obviamente, lo crucifican por la minucia esa de volverse contra Robb, atacar el Norte, conquistar Invernalia y matar a unas cuantas personas que lo habían tratado muy bien durante su infancia y adolescencia, como si eso lo convirtiera en un traidor. Pero no. Era amigo de Robb, claro, y le jodió tener que atacarle, pero a fin de cuentas estaba en Invernalia como un rehén para garantizar el buen comportamiento de su padre, Balon Greyjoy, señor de las Islas del Hierro, no por voluntad propia. Por muchos lazos de amistad que tuviera con el rey en el Norte, antes de nada le obligaban los lazos de sangre y la obediencia que debía al señor de Pyke. Theon cumplió con la embajada que le había encomendado Robb, pero si Balon fue tan borderline de rechazar la alianza y atacar el Norte, eso no fue culpa de Theon, y llegados a ese punto no le quedaba otra que unirse al ataque. Traición habría sido que hubiera preferido luchar contra los suyos del lado de los Stark. 

 «Nosotros no sembramos, ni pensamos un poquito»

Atacar Invernalia con el puñado de hombres que tenía fue una decisión estúpida, pero legítima, y habría sido todo un éxito si la hubiera prendido fuego inmediatamente y hubiera salido corriendo. ¿Se la podría haber ahorrado para contribuir lo mínimo posible a la guerra, como un mal menor hacia Robb? Pues sí, pero entonces estaría renunciando para siempre a su estatus en las Islas del Hierro y, lo más importante, no se ganaría ningún respeto, mientras que para los norteños habría sido un cambiacapas igual. Para una mentalidad medieval, ese tipo de cosas son vitales, y no estoy seguro de que la gente lo comprenda del todo (como no estoy seguro de que entiendan hasta qué punto es una atrocidad para una mentalidad así no respetar las leyes de la hospitalidad).

La culpa, al final, es de Balon Greyjoy. Le echó en cara a su hijo que hubiera vuelto convertido en un norteño, cuando eso no habría pasado si él no hubiera perdido la guerra (o si no la hubiera empezado, que viene a ser lo mismo), puso en duda que fuera un auténtico hombre del hierro, le humilló abiertamente y le trató con desprecio. Se lanzó a una invasión sin sentido, dejando a Theon escoger entre ser un paria para siempre o volverse contra los Stark. A fin de cuentas, todo se reduce al intento de Theon por demostrar que era un Greyjoy, ya que no podía ser un Stark, y cada vez que una decisión irreflexiva se le fue de las manos (de las cuales la peor, y la que más le atormentó, fue la de matar a los hijos del molinero) lo pagó con creces.

Así que un respeto para el pobre, por gilipollas que sea.

2 comentarios:

Hanoc dijo...

Totalmente de acuerdo. Y no solo eso sino que además son super interesantes sus complejos. Tanto en los libros como en la serie.
Eso por no decir que la religión de las islas de hierro es la más xula del libro, con diferencia. Y no solo por los toques chululescos.

Rober dijo...

En la serie me gusta menos porque lo han simplificado todo muchísimo, hasta el punto de que parece que se vuelva contra los Stark porque en Invernalia le tratan como a la mierda. Pero su arenga a los hombres del hierro fue sublime. Lástima que jodiesen la escena por humillar al personaje un poco más.

Yo al dios ahogado no me lo puedo tomar muy en serio. Es que es un rito basado en la reanimación cardiorrespiratoria, que igual su dios es Mitch Buchannon.