jueves, 8 de noviembre de 2012

Stalingrado

Últimamente he estado jugando bastante al Red Orchestra 2: Heroes of Stalingrad, lo que, como no podía ser de otra forma, ha vuelto a despertar en mí el interés por el frente oriental de la Segunda Guerra Mundial y por esa batalla en concreto. Hace unos días vi Stalingrado, película alemana de 1993 dirigida por Joseph Vilsmaier que ofrece una perspectiva sobre la guerra diferente a la típica hollywoodiense (más cruda, menos simplista y, por supuesto, bastante más deprimente), y, como además han sido días de no dejar de pensar en dos temas íntimamente relacionados como son la traducción y el sufrimiento y muerte de los alemanes como castigo divino, me ha dado por leer testimonios de participantes, para comprender un poco mejor qué fue aquello, y poner aquí una traducción de uno especialmente interesante.

Por no poner una imagen muy heavy de la película

Se trata del diario de Wilhelm Hoffman, soldado del 267º regimiento de la 94ª división del 6º Ejército alemán, que narra sus experiencias desde una fase temprana de la Fall Blau a finales de julio de 1942 hasta el hundimiento final de lo que quedaba del 6º Ejército (la última entrada es del 26 de diciembre de 1942; la rendición se produjo el 2 de febrero de 1943). Eso sí, que sea interesante no quiere decir que sea verídico: el diario nunca se ha publicado más allá de unos fragmentos en las memorias del teniente general soviético Vasili Chuikov, responsable de la defensa de Stalingrado, que decía habérselo encontrado a un soldado alemán, y, si bien los archivos soviéticos (secretos en su momento) son muy fiables, en la esfera pública les gustaba la propaganda cosa mala.

Más que a mí Propagandhi

Con esto no quiero decir que el diario sea falso. Después de todo, la serie documental de referencia en estos temas, la británica El mundo en guerra (1973-1974), anunciada en la teletienda nada menos que por el doblador de Bruce Willis, lo usó como fuente. Pero no está de más ir con cuidado. En todo caso, si es ficción, es buena literatura, así que allá va:


Hoy, después de bañarnos, el comandante de la compañía nos dijo que, si nuestras próximas operaciones tienen éxito, pronto llegaremos al Volga, tomaremos Stalingrado y entonces la guerra ya no tardará mucho en acabar. Puede que estemos en casa en Navidad.
29 de julio de 1942 [...] El comandante de la compañía dice que las tropas rusas están en fuga y ya no pueden seguir resistiendo. No será difícil llegar al Volga y tomar Stalingrado. El Führer sabe dónde está el punto débil de los rusos. La victoria no está lejos [...]

2 de agosto [...] ¡Qué espacios tan enormes ocupan los soviéticos, qué campos más fértiles se pueden ocupar aquí cuando acabe la guerra! Pero terminémosla rápido. Creo que el Führer hará que la cosa llegue a buen puerto.

10 de agosto [...] Nos han leído las órdenes del Führer. Espera nuestra victoria. Estamos convencidos de que no pueden detenernos.
12 de agosto. Estamos avanzando hacia Stalingrado, siguiendo las vías del tren. Ayer, los katyushas y, después, unos tanques, detuvieron a nuestro regimiento. «Los rusos están enviando a sus últimas fuerzas», me explicó el capitán Werner. Nos va a llegar ayuda a gran escala y derrotaremos a los rusos.
 
 Lanzacohetes Katyusha
Esta mañana se condecoró a los soldados más destacados [...] ¿Es que voy a volver con Elsa sin una medalla? Creo que por Stalingrado el Führer me condecorará hasta a mí [...]

23 de agosto. Muy buenas noticias: al norte de Stalingrado, nuestras tropas han llegado al Volga y han conquistado parte de la ciudad. Los rusos tienen dos opciones, o huyen cruzando el Volga o se entregan. El intérprete de nuestra compañía ha interrogado a un oficial ruso prisionero. Estaba herido, pero aseguró que los rusos luchararín por Stalingrado hasta la última bala. La verdad es que aquí pasa algo incomprensible. En el norte nuestras tropas conquistan una parte de Stalingrado y llegan al Volga, pero en el sur las divisiones ya sentenciadas siguen resistiendo amargamente. Fanatismo [...]

27 de agosto. Bombardeo de artillería constante por todas partes. Avanzamos poco a poco. Estamos a menos de 30 kilómetros de Stalingrado. De día se ve el humo de los incendios, de noche se ve el resplandor. Dicen que la ciudad está en llamas; siguiendo órdenes del Führer, la Luftwaffe la ha incendiado. Es lo que les hace falta a los rusos para que dejen la resistencia [...]
4 de septiembre. Nos mandan al norte, siguiendo el frente, hacia Stalingrado. Marchamos durante toda la noche y al amanecer llegamos a la estación de Voroponovo. Ya se ve el humo de la ciudad. Es para alegrarse saber que el fin de la guerra se acerca. Es lo que dice todo el mundo. Ojalá los días y las noches pasaran más rápido [...]

5 de septiembre. Han ordenado a nuestro regimiento que ataquemos la estación de Sadovaya; eso está casi en Stalingrado. ¿De verdad los rusos pretenden resistir en la propia ciudad? La artillería y los aviones rusos no nos dieron ni un momento de paz en toda la noche. Están trayendo a muchos heridos. Que Dios me proteja [...]
8 de septiembre. Dos días de combates sin descanso. Los rusos se defienden con una tenacidad demente. Nuestro regimiento ha perdido a muchos hombres por culpa de los katyushas, que escupen un fuego terrible. Me han mandado al cuartel general del batallón. Deben de haber sido las oraciones de mamá, que me han sacado de las trincheras de la compañía [...]
11 de septiembre. Nuestro batallón está luchando en las afueras de Stalingrado. Ya se ve el Volga. Los disparos son continuos. Mires donde mires, ves fuego y llamas [...] La artillería y las ametralladoras rusas disparan desde la ciudad incendiada. Fanáticos [...]

13 de septiembre. Número de la mala suerte. Esta mañana, los ataques con katyushas han causado muchas bajas a la compañía: 27 muertos y 50 heridos. Los rusos están luchando de forma desesperada como bestias salvajes y no se rinden, sino que se acercan para tirar granadas. El teniente Kraus murió ayer y la compañía no tiene a nadie al mando.

16 de septiembre. Nuestro batallón, apoyado por tanques, está atacando el silo, del que sale mucho humo: el grano está ardiendo, al parecer los mismos rusos le han prendido fuego. Qué barbarie. El batallón está sufriendo muchas bajas. No quedan más que sesenta hombres en cada compañía. Los que ocupan el silo no son hombres, son demonios a los que ni las llamas ni las balas pueden destruir.
 Artillería alemana, con el silo al fondo
18 de septiembre. Los combates siguen dentro del silo. Los rusos que están dentro están sentenciados. El comandante del batallón dice: «Los comisarios les han ordenado a todos ellos morir en el silo».
Si defienden todos los edificios de Stalingrado igual que este, ni uno de nuestros soldados volverá a Alemania. Hoy me llegó una carta de Elsa. Espera que vuelva a casa en cuanto consigamos la victoria.
20 de septiembre. Los combates por el silo continúan. Los rusos disparan por todos lados. Nosotros estamos en nuestro sótano; no se puede salir a la calle. El sargento mayor Nuschke ha muerto hoy cuando intentaba cruzar una calle corriendo. Pobre hombre, tenía tres hijos.
22 de septiembre. La resistencia rusa en el silo se ha derrumbado. Nuestras tropas avanzan hacia el Volga [...]
Los soldados veteranos nunca antes habían visto combates tan duros.
26 de septiembre. Nuestro regimiento participa sin descanso en fuertes combates. Tras la conquista del silo, los rusos han seguido defendiéndose con la misma tenacidad. Ni siquiera se les ve, ocupan casas y sótanos y disparan desde todas direcciones, incluida nuestra retaguardia. Bárbaros, usan métodos de gánster.
Unos soldados rusos salieron no se sabe de dónde en unos edificios que conquistamos hace dos días y se han reanudado los combates. Nuestros hombres no sólo están muriendo en la línea de fuego, sino también en la retaguardia, en edificios que ya habíamos ocupado.
Ya no se rinde ningún ruso. Si hacemos algún prisionero es porque estaba demasiado herido como para moverse por sí mismo. Stalingrado es un infierno. Los que son heridos sin más tienen suerte: ellos sin duda volverán a casa y celebrarán la victoria con sus familias [...]
28 de septiembre. Hoy, nuestro regimiento y toda la división están celebrando la victoria. Junto con las dotaciones de nuestros tanques, hemos conquistado la parte sur de la ciudad y alcanzado el Volga. Hemos pagado un precio muy alto por la victoria. En tres semanas hemos ocupado unos 14 kilómetros cuadrados. El comandante nos ha dado la enhorabuena [...]
3 de octubre. Después de marchar durante toda la noche hemos tomado posiciones en una hondonada cubierta de arbustos. Al parecer, vamos a atacar las fábricas, cuyas chimeneas se ven claramente. Detrás está el Volga. Hemos entrado en una zona nueva. Era de noche pero vimos muchas cruces con cascos alemanes puestos encima. ¿Tantos hombres hemos perdido? ¡Maldita sea Stalingrado!

4 de octubre. Nuestro regimiento está atacando la zona de Barrikady. Han aparecido muchos rusos armados con subfusiles Thompson. ¿De dónde los sacan?

Alemanes en la fábrica de Barrikady

5 de octubre. Nuestro batallón ha lanzado cuatro ataques y ha sido repelido en cada uno de ellos. Los francotiradores rusos les dan a todos los que dejan de estar a cubierto por descuido.

10 de octubre. Los rusos están tan cerca que nuestros aviones no pueden bombardearles. Nos estamos preparando para un ataque decisivo. El Führer ha ordenado que se conquiste todo Stalingrado lo más rápidamente posible.

14 de octubre. Está siendo un día fantástico desde por la mañana: la aviación y la artillería han estado bombardeando las posiciones rusas durante horas; todo lo que está a la vista está siendo borrado de la faz de la tierra [...]

22 de octubre. Nuestro regimiento no ha conseguido penetrar en la fábrica. Hemos perdido a muchos hombres; cada vez que te mueves tienes que pasar por encima de los cadáveres. De día casi no se puede respirar: no hay nadie para retirar los cuerpos, ni ningún sitio donde llevarlos, así que están ahí pudriéndose. ¿Quién habría pensado hace tres meses que, en vez de la alegría de la victoria, tendríamos que soportar este sacrificio y esta tortura, cuyo fin ni siquiera se vislumbra? [...]
Soldados soviéticos
Los soldados llaman a Stalingrado la fosa común de la Wehrmacht [...] Quedan muy pocos hombres por compañía. Nos han dicho que pronto nos retirarán del frente para reponer las bajas.

27 de octubre. Nuestras tropas han capturado toda la fábrica de Barrikady, pero no podemos abrirnos paso hasta el Volga. Los rusos no son hombres, son criaturas de hierro fundido o algo así. Nunca se cansan y no le tienen miedo al fuego. Estamos completamente exhaustos. Nuestro regimiento ahora apenas tiene los efectivos de una compañía. La artillería rusa del otro lado del Volga no deja ni levantar la cabeza [...]
28 de octubre. Cada soldado se ve como un hombre sentenciado. La única esperanza es que te hieran y te lleven a la retaguardia [...]

3 de noviembre. Nuestro batallón ha intentado atacar las posiciones rusas varias veces el último par de días... sin éxito. En este sector los rusos tampoco te dejan levantar la cabeza. Se han dado una serie de casos de heridas autoinfligidas y enfermedades fingidas en las filas. Todos los días escribo dos o tres informes sobre casos así.
10 de noviembre. Hoy me llegó una carta de Elsa. Todo el mundo nos espera en casa para Navidad. En Alemania la gente se cree que ya controlamos Stalingrado. Qué equivocados están. Si pudieran ver lo que Stalingrado le ha hecho a nuestro ejército...
18 de noviembre. Nuestro ataque con tanques de ayer fue un fracaso. Cuando terminó, el campo estaba cubierto de muertos.
21 de noviembre. Los rusos han lanzado una ofensiva en todo el frente. Hay combates muy intensos. Bien, lo tenemos todo ahí delante: ¡el Volga, la victoria y, pronto, el regreso a casa con nuestras familias! Es obvio que la próxima vez que las veamos será en el otro mundo.
Contraofensiva soviética: Operación Urano
29 de noviembre. Estamos rodeados. Esta mañana se anunció que el Führer ha dicho: «El ejército puede confiar en que haré todo lo necesario para asegurar el aprovisionamiento y para romper el cerco con rapidez».
3 de diciembre. Se nos ha racionado la comida al mínimo y estamos esperando el rescate que nos prometió el Führer.
Mando cartas a casa, pero no hay respuesta.
7 de diciembre. Las raciones se han reducido tanto que los soldados están pasando un hambre atroz; reparten una hogaza de pan duro para cada cinco hombres.
11 de diciembre. Hay tres preguntas que obsesionan a todos los soldados y oficiales: ¿Cuándo van a dejar de disparar los rusos y a dejarnos dormir tranquilos aunque sólo sea una noche? ¿Cómo y con qué vamos a llenarnos los estómagos vacíos, que aparte de unos 100 g de pan no reciben prácticamente nada? ¿Y cuándo va a hacer algo concreto Hitler para liberar a nuestros ejércitos del cerco?
14 de diciembre. A todos nos atormenta el hambre. Las patatas congeladas son la mejor comida, pero sacarlas de la tierra cubierta de hielo bajo el fuego ruso no es tan fácil.
18 de diciembre. Hoy, los oficiales nos han dicho a los soldados que nos preparemos para entrar en acción. El general Manstein se acerca a Stalingrado desde el sur con grandes fuerzas. La noticia ha llenado de esperanza los corazones de los soldados. ¡Por Dios, que salga bien!
Alemanes en su intento de liberar al 6º Ejército (Operación Tormenta de Invierno)
21 de diciembre. Estamos esperando la orden, pero por algún motivo se está retrasando mucho. ¿Y si lo de Manstein no es verdad? Esto es peor que cualquier tortura.
23 de diciembre. Seguimos sin órdenes. Lo de Manstein era un farol. ¿O es que le han derrotado de camino a Stalingrado?
25 de diciembre. La radio rusa ha anunciado la derrota de Manstein. Nos esperan la muerte o el cautiverio.
26 de diciembre. Ya nos hemos comido los caballos. Me comería un gato; dicen que su carne también está buena. Los soldados parecen cadáveres o lunáticos, en búsqueda de algo que llevarse a la boca. Ya ni siquiera se ponen a cubierto de la artillería rusa: no tienen fuerzas para caminar, correr y esconderse. ¡Maldita sea esta guerra! [...]
Prisioneros

El 6º Ejército tenía unos 250.000 hombres cuando empezó la batalla de Stalingrado. En el momento álgido, al inicio de la contraofensiva soviética, llegó a haber cerca de un millón de soldados del Eje luchando por la ciudad y sus flancos. Fueron 91.000 soldados los que quedaron para rendirse y ser hechos prisioneros en febrero de 1943, y sólo unos 6.000 volvieron a casa, ya en 1955. Cifras muy parecidas a mis puntuaciones en el Red Orchestra 2.

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