En mi casa no somos muy familiares que digamos, por eso resulta extraño que la forma que tenemos de celebrar la Navidad (o, más exactamente, Nochebuena) sea realizando un ejercicio de regresión colectiva a la infancia. A mi infancia y la de mis hermanos, se entiende: todas ellas ochenteras y terroríficas. Sobre el visionado tradicional de La sirenita voy a pasar de puntillas porque, en fin, para qué removerlo, ¿verdad? No, me voy a centrar en el otro elemento que ha ido ganando fuerza los últimos años: escucha y crítica de El gran libro de los juegos pitufos (1981). Y oigan, pedazo de disco. Un temazo tras otro.
Que vale, que sí, que son canciones facilonas cantadas con voces de ardilla para un público infantil. Pero ojo, esto no son los pitufos makineros. Aquí hay nivel y talento. Porque, y esto lo digo completamente en serio, a mí me encantaría escuchar una versión de Camera Obscura de este tema:
4 comentarios:
Jajajajaja. Aún recuerdo cuando en Primaria iba a fiestas de cumpleaños de compañeros de clase y sonaban de fondo los Pitufos :_ En cuanto a los Pitufos makineros, solo tengo que decir que es horrible caminar por la Diagonal y escuchar ESO puesto en la entrada del Corte Inglés.
¿Qué me estás contando? Yo pensaba que los pitufos makineros estaban ya muertos y enterrados, o devorados por Azrael. Te compadezco.
¡Gracias por comentar?
xD. Es bastante más original que jugar al UNO después de cenar, y que ello dé lugar a disputas familiares de lo más variopinto :)).
¿Hablas por experiencia? En mi casa nunca haríamos algo así, preferimos algo con un nivel de interactividad mínimo. :p
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